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Aplica la filosofía minimalista a la decoración de tu hogar

01 Feb 2019, Publicado por admin en Decoración y diseño de interiores, Trucos y Consejos
minimalismo

El minimalismo decorativo ha ido ganando adeptos a lo largo de los últimos años. Dos razones de este auge son la cada vez más palpable influencia de los estilos orientalistas y, obviamente, la omnipresencia de los muebles y conceptos de Ikea (y, en general, del mobiliario conceptual nórdico): pocos son los hogares que, en la actualidad, han logrado zafarse de las garras del gigante sueco. Veamos a continuación cuáles son las principales características de esta filosofía decorativa.

La iluminación

El minimalismo apuesta por la luz natural como principal fuente para iluminar cualquier estancia de la casa. Pero, dado que no en todas las habitaciones es posible disfrutar de la misma, se recomienda colocar puntos de luz (lámparas, focos, etc.) que simulen que la luz proviene del exterior (por ejemplo, pueden colocarse detrás de algunos muebles). Asimismo, cuantos menos focos de luz coloquemos, con más minimalismo estaremos abordando esta faceta. 

Pocos objetos y grandes

En cuanto a la colocación de muebles y objetos, el minimalismo decorativo lo tiene claro: cuanto más despejado esté el espacio, mejor. Además, hemos de tener muy presente la funcionalidad de cualquier cosa que decidamos introducir: es decir, que cada mueble y/u objeto ha de servir para algo, y no ocupar espacio porque sí. En definitiva, puede decirse que el minimalismo es lo opuesto a lo barroco, un estilo caracterizado por el abigarramiento de formas, colores y objetos.

Asimismo, el minimalismo propugna que los objetos que coloquemos con la mera finalidad de hacer bonita una estancia sean de gran tamaño. Es decir, que atraigan sobremanera la atención de la mirada. Dichos objetos deberán concordar con la atmósfera emocional predominante en la estancia, así como, claro, con los colores y el estilo. Además, hemos de evitar caer en la tentación de colocar muchos objetos, ya que si lo hiciéramos estaríamos incurriendo en un gran error (según los minimalistas acérrimos): la hiperestimulación de los sentidos.

Espacios diáfanos

De lo dicho en el párrafo anterior puede deducirse la siguiente faceta del minimalismo decorativo: toda estancia debe provocar la sensación de estar despejada. La colocación minuciosa y calibrada de los muebles y objetos decorativos son los principales aliados para ganar puntos en este sentido. En otras palabras, una estancia minimalista es aquella en la que se puede caminar con soltura y fluidez, sin temor a tirar o a tropezar con algo: uno debe poder moverse y respirar casi como si estuviese en el exterior.   

Una de las características que logran dotar a una estancia de esta cualidad de amplitud es la sensación de profundidad, usualmente buscada y obtenida por los interioristas a través del color. Aunque en el minimalismo el color también es un factor determinante en cuanto a la consecución de profundidad se refiere, este estilo, como decíamos, se centra más en la colocación y el tamaño de los muebles y los objetos.

Blanco y pastel

El color por antonomasia en el estilo minimalista es el blanco, aunque a menudo aparece acompañado por tonos pastel. Estos sirven, desde su natural sobriedad, como contrapunto idóneo (por no chirriante ni agresivo) al blanco puro (aunque, cada vez más, se tiende a utilizar tonos que cercanos al crema o al gris). Asimismo, en la actualidad estamos viendo cada vez más a menudo profesionales que están virando hacia un estilo que, sin dejar de ser minimalista, se acerca al pop. Este se basa fundamentalmente en la contraposición de colores que contrastan de un modo más o menos acusado (dependiendo de cada interiorista en cuestión), mientras que el resto de factores minimalistas se mantienen intactos.

Sobriedad en las líneas

La geometría es otro de los aspectos que con más exhaustividad tiene en cuenta el minimalismo decorativo. La suntuosidad y las curvas de muebles y objetos (como las cortinas o los adornos —mantas sobre el sofá, jarrones, etc.—) son sustituidas por líneas rectas que, en su conjunto, dibujan un todo armónico y que apacigua el estado anímico de aquel que entra y/o permanece en la estancia. No obstante, este aspecto no ha confundirse con la búsqueda de la simetría, que en no pocas ocasiones produce el efecto opuesto: una extraña sensación de desubicación y extrañamiento. Mediante las líneas rectas, el minimalismo busca, en definitiva, consolidar el equilibrio del conjunto.

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